El libro de la Biblia que sigue a los evangelios se llama Hechos de los Apóstoles. En él se narra la venida del Espíritu Santo y el nacimiento de la Iglesia.
Cincuenta días después de la resurrección, Jesús envía a sus discípulos el Espíritu Santo para darles valor y fortaleza.
El día de Pentecostés
Estaban los apóstoles reunidos con María, la madre de Jesús. De repente un ruido del cielo, como de un fuerte viento, resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que se posaron encima de cada uno. En ese momento, todos se llenaron del Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas. Había en Jerusalén judíos llegados de todas partes del mundo. Al oír el ruido, muchas personas se acercaron hasta la casa donde estaban los apóstoles y se sorprendieron porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Con gran admiración y asombro, decían: –¿No son galileos todos esos que están hablando? ¿Cómo es que cada uno de nosotros oímos proclamar en nuestra lengua las grandezas de Dios? Hch 2, 1-11
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